Mi primer y segundo año de primaria los hice en la Ciudad de México.
Mi escuela era muy bonita y grande, un edificio de 5 pisos y amplios patios.
El 19 de septiembre de 1985 un terremoto destruyó muchos edificios en la capital y mi escuela quedó dañada.
El gobierno construyó aulas temporales de lámina para continuar con las clases.
Entonces parecia que tomaba clases en un campo de concentración. El calor y frio eran extremos.
Aun así, al final del segundo grado obtuve mi primera carta de felicitación por mi desempeño sobresaliente.